En una calle del centro
de Madrid, las cámaras de los vecinos captan cómo un hombre se está drogando a
plena luz del día. En otro vídeo discute a gritos con otra persona con una barra
en la mano.
Es la realidad que se
vive frente a un narcopiso situado en el barrio de Malasaña. Dicen los vecinos que dos
personas se encargan de captar a toxicómanos y llevarlos a la narcosala. Las preguntas de los
periodistas les incomodan y se ponen algo violentos: "¡Me cago en tu puta madre!".
Eduardo dice que ha vivido
varias temporadas en ese narcopiso, que controla la antigua portera del
edificio: "Se consume, se comercia, se vende y lo que no se arregla dentro se
arregla fuera".
Navajazos, vandalismo y gente
que hace sus necesidades en el patio, los vecinos están indignados y asustados: "A las dos de la mañana chillando, la vida es bastante imposible".
También roban en
negocios cercanos: de una administración de lotería cercana se llevaron una
hucha destinada a los niños con cáncer. "Están pululando continuamente
esperando a que alguien entre y se deje un bolso", explica el propietario.
La Policía ha
intervenido en varias ocasiones pero la solución parece complicada. De hecho, es un problema
que está aflorando en otras zonas céntricas de grandes ciudades, donde imágenes
como esas comienzan a hacerse demasiado habituales.