El hecho se produjo cuando éste joven entró en la Catedral y golpeó con un martillo la lápida hasta romperla. Además, pintó con letras rojas la frase "Vergonya ke sagna" (vergüenza que sangra).

Una religiosa, que se encontraba en el templo, observó el hecho y avisó a un sacerdote, quien con ayuda de un turista francés, intentó retener sin éxito al agresor para impedir que huyera.

Tras una investigación, los agentes de la Policía Nacional identificaron al autor de esta acción, al que acusa de un delito contra los sentimientos religiosos y de falta de respeto a los difuntos.