Gonzalo Montoya es el último muerto 'resucitado' pero no el único. "Sucede repetidas veces a lo largo de los años desde hace mucho tiempo", asegura Fernando Verdú, profesor de medicina legal.

Carlos Camejo, un ciudadano venezolano, fue declarado muerto en 2007 tras un accidente: el mismo enseña su orden de autopsia y es que justo en ese momento fue cuando despertó. "En el momento en el que le hicieron la primera incisión empezó a sangrar y entonces se dieron cuenta de que estaba vivo, sencillamente porque los cadáveres no sangran", explica Verdú.

Este forense cuenta otro caso en Elche en los años 90: "Habían depositado el cadáver en un frigorífico, el médico forense que fue con la comisión judicial le dijo a su señoría que no era un cadáver. Lo sacaron y 56 días después murió".

Verdú advierte de que no hay que tener prisa y que hay que ser prudente porque en una hora se puede establecer lo que llaman como el síndrome de muerte. Arraigados, por ejemplo, los velatorios en la cultura popular de medio mundo, esperando, quién sabe, a una hipotética resurrección.

Eso es precisamente lo que busca un aparato español, el Detect Life, una pulsera que se le pone al muerto y que en caso de detectar pulso avisa directamente a sus familiares, quizás la llamada más esperada de sus vidas.