Un juez ha ordenado decomisar un rebaño de cerca de 700 ovejas y cabras, que estaban desnutridas y descuidadas, en una granja de Lliçà d'Amunt (Barcelona), cuyo propietario está siendo investigado por un delito de maltrato animal y otro contra la salud pública.

Según han informado los Mossos d'Esquadra y el Departamento de Agricultura, que han llevado a cabo la investigación, en el decomiso del rebaño se encontraron 40 cadáveres de ovejas y cabras en diferentes grados de descomposición, alguno de ellos enterrados bajo montañas de purines que cubrían un terreno de 800 metros cuadrados.

La incautación de los animales fue ordenada por el juez el pasado 6 de marzo y comportó la detención del propietario y su padre, cuando supuestamente intentaron agredir a los agentes de los Mossos d'Esquadra que contactaron con ellos para entregarles el auto judicial que acordaba el decomiso.

La investigación se inició a raíz del hallazgo de varias ovejas muertas alrededor de la granja investigada, cuyos restos no habían sido gestionados de acuerdo con la normativa, por lo que se impusieron varias sanciones al dueño del rebaño.

Agentes de los Mossos d'Esquadra y del Departamento de Agricultura se pusieron en contacto con el ganadero para informarle de las alternativas para mantener al rebaño en las condiciones adecuadas, pero el investigado hizo caso omiso de sus recomendaciones.

Por ese motivo, Agricultura decidió denunciar el estado del rebaño ante la Fiscalía que, al apreciar que los hechos podían constituir un delito de maltrato animal, llevó el caso al juzgado y solicitó el decomiso. En la operación, en que participaron más de 30 agentes de los Mossos y técnicos del Departamento de Agricultura, además de veterinarios, se intervinieron 702 animales: 567 ovejas, 80 corderos, 50 cabras, dos ponis y tres perros, muchos de ellos con síntomas de desnutrición.

Algunos animales sufrían problemas de cojera provocados por la falta de higiene de las instalaciones así como dolencias cutáneas provocadas por enfermedades parasitarias o una mala alimentación. En el exterior de la granja, se amontonaban 200 metros cúbicos de purines, con los que se mezclaban esqueletos y cuerpos en descomposición de animales muertos.