Un hombre estaba a punto de tirarse al vacío desde el viaducto de Segovia, en Madrid, pero Ernesto, un repartidor de publicidad, e Ismael, un seminarista, lo agarraron por la cintura, evitando el suicidio con la ayuda de la policía.

Pero fue Ismael, un cura recién ordenado hace apenas diez días, quien ganó el tiempo suficiente para que llegara la policía para socorrerle. Fueron muchos los que vieron que el hombre quería suicidarse, pero sólo Ismael se paró para hablar con él. Después de una larga conversación animándole a que no se quitara la vida, el suicida comenzó a prepararse para dar el salto.

Ismael trató de ganar tiempo mientras hacía señas a los viandantes para que alertasen a olos servicios de emergencias, a la vez que seguía hablándole, hasta que , por fin, él y el repartidos saltaron las mamparas de seguridad para evitar que se quitara la vida.

A pesar de haber puesto su vida en riesgo saltando la valla -por el poco espacio con el que contaba para situarse detrás de los cristales-, el sacerdote no ha querido hacer declaraciones.