Intentaban grabar un
correbous cuando de repente un hombre y una mujer se abalanzan sobre ellas. Las
dos animalistas reciben insultos, golpes y empujones. Intentan evitar que les
arrebaten sus cámaras. Aparece en escena otro chico y se ven totalmente
acorraladas.
El joven finalmente se
hace con la cámara y la estampa contra el suelo. Los espectadores aplauden la
escena. Un año después, los tres
detenidos, miembros de la misma familia, han comparecido ante el juez. La
Fiscalía pedía hasta dos años de prisión para cada uno.
Finalmente las partes
han llegado a un acuerdo. 3.000 euros de multa para cada uno admitiendo los
delitos de coacciones, daños y lesiones con el agravante de discriminación ideológica. "Esta sentencia es histórica y puede sentar
precedente a partir de ahora", explicaba Aïda Gascón, activista
Un delito de odio que
esperan que no vuelva a repetirse, ya que avisan: ellas seguirán grabando y
denunciando estos festejos taurinos.