El propietario de la funeraria explicó que la fallecida, conocida en su pueblo como 'Fina de Rivera', vivía cerca de su negocio y hace aproximadamente unos 20 años, después que ellos mismos se hubiesen encargado del entierro de su marido, entró un día en el establecimiento y les comentó que quería "comprar su propio ataúd".

"Era una mujer muy divertida, muy peculiar, con la que teníamos mucha confianza", dijo el propietario, quien reconoció que, en un primer momento, se negaron a venderle el ataúd.

Al final "consiguió convencer a un carpintero local" y "nosotros, a través de una de las empresas que nos suministra los féretros, conseguimos el tapizado interior", que fue colocado "por uno de nuestros empleados".

Después, la propia Fina contrató los servicios de fotógrafo y se hizo varias instantáneas de ella en el interior de la caja, para tener idea de la presencia que iba a tener en el momento de su tránsito final.

Encima del ataúd, que fueron a recoger al piso en el que vivió, encontraron unas llaves y una nota manuscrita en la que indicaba que eran las del nicho en el que recibirá sepultura, en el cementerio de Guitiriz.