El cirujano Simon Bramhall, de 53 años, fue acusado por un compañero de haber utilizado un haz de argón, que detiene la pérdida de sangre durante una cirugía a través de un rayo eléctrico, para grabar sus iniciales en el hígado de dos pacientes durante las operaciones de trasplante.

El acusado admitió los hechos y se declaró culpable de dos cargos de agresión. El fiscal, Tony Badenoch, ha calificado el caso como una situación "sin precedentes legales en el derecho penal", y asegura tratarse de un abuso de posición del médico por "una aplicación intencional de fuerza ilegal a un paciente mientras estaba anestesiado"

Según informa la agencia AP, el Hospital Queen Elizabeth de Birmingham, donde trabajaba Bramhall, ha abierto un proceso disciplinario contra él, que renunció a su empleo en el centro médico, y se encuentra en libertad bajo fianza a la espera de ser juzgado por los cargos de los que se le acusa.