En el documento titulado 'Peligro en el aire: cómo la contaminación del aire puede afectar el desarrollo del cerebro en los niños pequeños', se advierte de las consecuencias de respirar partículas de aire contaminado, entre ellas, las que apuntan a posibles daños en el tejido cerebral y el debilitamiento del desarrollo cognitivo, con consecuencias y retrocesos para el resto de su vida.

"Los contaminantes no solo dañan los pulmones en desarrollo de los bebés, pueden dañar permanentemente sus cerebros en desarrollo y, por lo tanto, su futuro", explica el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, que ha apuntado que la protección a los niños beneficia también al resto de la sociedad "porque reduce los costos de la atención médica, aumenta la productividad y crea un entorno más seguro y más limpio para todos".

Al igual que una nutrición deficiente, una estimulación incorrecta y la exposición a la violencia durante los primeros tres años de vida, afectan también al cerebro en crecimiento de los niños, por lo que puede repercutir en su desarrollo durante la primera infancia. Así, se pueden producir daños que pueden causar daños en las zonas del cerebro que son fundamentales para ayudar a las neuronas a comunicarse, base para el aprendizaje y el desarrollo de los niños.

El cerebro de un niño pequeño es especialmente vulnerable porque puede sufrir daños con una dosis menor de sustancias químicas tóxicas y, según el documento, porque respiran más rápido y porque sus defensas y su sistema inmunitario no están completamente desarrollados. Los más afectados son aquellos que viven en zonas donde la contaminación excede seis veces los límites establecidos por la OMS, unos doce millones de niños que viven en Asia meridional y 4,3 millones de bebés se encuentran en zonas de Asia Oriental y el Pacífico, lugares donde se cumple esa premisa.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia reclama la puesta en marcha de medidas urgentes, entre ellas reducir la contaminación del aire invirtiendo en fuentes de energía más limpias y renovables para reemplazar la combustión de fósiles. Para la consecución de este objetivo, apuesta por proporcionar acceso asequible al transporte público, aumentar los espacios verdes en zonas urbanas, y ofrecer mejores opciones para la gestión de desechos a fin de evitar la quema al aire libre de productos químicos nocivos.

Unicef exige igualmente reducir la exposición de los niños a los contaminantes procurando que se desplacen durante los períodos del día en que la contaminación del aire es menor, así como proporcionar máscaras de filtración de aire apropiadamente ajustadas en casos extremos y establecer una planificación urbana inteligente para que las principales fuentes de contaminación no estén ubicadas cerca de escuelas, clínicas u hospitales.

Entre otras de las medidas propuestas, apuesta también por mejorar la salud general de los niños para facilitar su capacidad de recuperación, lo que incluiría la prevención y el tratamiento de la neumonía, así como la promoción de la lactancia materna exclusiva y una buena nutrición, además de mejorar el conocimiento y el seguimiento de la contaminación del aire.

Además, incluye acciones inmediatas que pueden realizar los padres para reducir la exposición en el hogar a humos dañinos derivados del tabaco y del fuego de cocinas y calentadores, entre otros. "Ningún niño debería tener que respirar aire peligrosamente contaminado, y ninguna sociedad puede permitirse ignorar la contaminación del aire", ha enfatizado el director ejecutivo de Unicef.