Habían pasado solo 10 minutos desde que comenzó a llover cuando los coches ya pensaban que se iban a quedar estancados en las carreteras por la riada. Media hora después, el arroyo Salado y el río Almargen se desbordaron llenando de agua todo el municipio.

Hubo que cortar una de sus principales carreteras por miedo a que los conductores quedasen atrpados. Fue una tormenta inesperada que dejó más de 100 litros por metro cuadrado en algunas partes del municipio.

Al ver la fuerza con la que llovía, los vecinos prepararon sus casas pero no pùdieron evitar que el agua entrase en ellas. Y ahora explican que se todo es "un desastre", con "agua y lodo por todos los lados".

Una cooperativa tuvo que poner a salvo a sus animales y quedarse toda la noche alerta. 24 horas después, sigue siendo un río de barro. Un día entero achicando agua con la preocupación de que el riesgo de tormentas en los próximos días vuelva a inundar su pueblo.