La cantidad de basura recogida en el monte Fuji aumentó un 40% en 2017 en comparación con el año anterior y alcanzó los 1.600 kilogramos, lo que coincide con el incremento continuado de visitantes a uno de los símbolos más reconocibles de Japón, según datos oficiales.

El Monte Fuji, situado al suroeste de Tokio y reconocido en junio de 2013 como Patrimonio de la Humanidad, recibió entre el pasado julio y septiembre un total de 285.000 visitantes, 39.000 más que en 2016, según datos del Ministerio nipón de Medio Ambiente.

Botellas de agua, latas o ropa son algunos de los objetos que los turistas dejan abandonados cada año en el Fuji, una lacra que se redujo levemente en 2013, tras el nombramiento de la Unesco, pero que ha ido en ascenso en los últimos tres años.

Ahora, los gobiernos locales quieren educar a los escaladores para que se lleven la basura a casa, especialmente a los extranjeros, que, en algunas ocasiones, desconocen que esta práctica forma parte de la etiqueta en Japón.

Otra de las medidas que se podría implantar a partir de julio de 2018 sería la de la reducción en el número de visitantes que pueden escalar el famoso pico, tras realizar una serie de estudios que establezcan cuál sería la cifra "deseable".