El neonato, que sufría ictericia, murió en la casa de sus padres, según aseguró el detective que lleva el caso a 'The New York Daily'. Fue la matrona la que dio el aviso de la enfermedad que tenía la niña y les aconsejó que la llevaran al hospital. La madre "declinó buscar cualquier tratamiento manteninedo que dios no cometía errores", ha asegurado el detective.

El bebé comenzó entonces a toser sangre y la madre le puso cerca de una ventana, llevando solo un pañal y usando una secadora del pelo para mantenerlo caliente. Incluso la abuela advirtió que la piel del bebé estaba de un color extraño.

Ese día, a media mañana encontró a su hijo sin respirar. Entonces, la madre llevó a su hija a su padre para que intentara ayudarla pero no pudo. La pareja decidió rezar por su hija e invitó a sus amigos a que se unieran a ellos. Nunca llamaron a la policía.

Un forense aseguró que la niña murió de hiperbilirrubinemia no conjugada y kernicterus, relativas a la ictericia.