Residuos tóxicos, almacenados chapuceramente, al lado de Doñana. Tan increíble que necesitábamos infografía para entenderlo. La balsa se rompe, el agua tóxica acaba en el río. Y el río que lleva el veneno directo al entorno de Doñana. A punto estuvo de entrar en el Parque Nacional.

Para las autoridades, no había riesgo para la salud, pero peces y patos se empeñaban en morir.

Y ¿quién tuvo que limpiar el desastre? Pues los agricultores y pescadores que se quedaron sin trabajo por culpa del vertido. Les explicaron los riesgos con diapositivas y dibujitos.

"Yo no tengo miedo, voy tranquilo", decían. Pero cuando fueron a trabajar, se tuvieron que volver a casa porque aún no habían llegado las palas.

Los políticos tenían mucha prisa por limpiar la mala imagen. Pasaba la excavadora y ya. Pero se dejaban restos de tierra negra. Que aparecía un pez que rezumaba restos cancerígenos... pues se echaba en el otro embalse y listo.

Francisco, ecologista, se dedicó a denunciar estas chapuzas. Hoy, 20 años después, explica que "lo más emocionante fue el interés que creó en la sociedad y la cantidad de gente que pidió venir a ayudar de cualquier manera".

Ahora, casi todo está limpio pero faltan 50 años más para que la zona se recupere del todo.

Por cierto, ¿saben quién pagó los daños de todo esto? Pues nosotros con nuestros impuestos. Porque la empresa Bolidén no ha dado un duro.