Ha arrancado el juicio contra el conocido como el presunto descuartizador de Majadahonda. Con gesto tranquilo, Bruno Hernández, de 34 años, se ha sentado en el banquillo, está acusado de asesinar y descuartizar a dos mujeres en 2010 y 2015.

La primera su propia tía, según el fiscal, la mató y troceó su cuerpo con una picadora de carne industrial en un chalet de Majadahonda, en Madrid. La vivienda era de la víctima y Bruno simuló un contrato para quedarse con la casa, además de robarle más de 30.000 euros de su cuenta bancaria.

Su segunda víctima sería una de las inquilinas a la que alquiló una habitación, Adriana, argentina de 54 años. Una amiga suya relata que se refería a él como un tipo oscuro. "Ella decía que era una persona siniestra, extraña", comenta una amiga de la Adriana.

El acusado está diagnosticado de esquizofrenia paranoide, por ello, su abogado va a pedir que quede en libertad. "Él es una persona que es enferma, entonces está en otro mundo", afirma Marcos García Montes, abogado defensor. La Fiscalía pide para el acusado 30 años de internamiento en un centro psiquiátrico, aplicando el eximente de enajenación mental, al entender que sus capacidades se encontraban alteradas.