Extraña que en 2017 las mujeres continúen siendo "sexo débil" y los hombres "el sexo fuerte. Así, por definición. Parecen definiciones de otra época y, por supuesto, herencia de siglos de sociedad patriarcal que tardarán en revocarse en pro de una igualdad real entre hombres y mujeres.

Por lo mismo que seguimos leyendo estas definiciones en nuestra principal guía lingüística, un juez no aprecia delito en llamar "mala zorra, furcia e hija de puta" a una mujer -sí, ocurrió en Pontevedra hace unos meses-, la prensa deportiva se permite atribuir al hombre las gestas femeninas o los niños contemplan disfraces dirigidos a según qué sexo.

El lenguaje no es más que otra muestra del sexismo en el que se envuelve la sociedad actual; y el problema es que se expresa en las formas más básicas. Las definiciones de la RAE son clara muestra de ello pese a los intentos de la Real Academia por desterrar el sexismo del diccionario.

Que la RAE siga atribuyendo la definición de "sexo débil" al "conjunto de las mujeres" ha desatado una ola de críticas en Twitter motivada por los usuarios preocupados por el tratamiento lingüístico de adjetivos tan comunes. Indigna la polarización entre hombres y mujeres en algo tan cotidiano como el lenguaje, que, a priori, se antoja como una barrera asequible para empezar a borrar la brecha entre sexos.

Las críticas han desembocado incluso en una queja a través de la plataforma change.org bajo el título "RAE: la mujer no es el sexo débil" acompañando al hashtag #Yonosoyelsexodébil. Su objetivo no es otro que corregir las definiciones de "sexo débil" y "sexo fuerte" en el diccionario de la Real Academia.