Francisco Paesa es ante todo un experto en esconderse y en huir. Tras publicar su propia esquela en 1998, se escondió durante años detrás de su pseudónimo más célebre. Bajo el nombre de Francisco P. Sánchez o Francisco Pando Sánchez, registró siete sociedades en las Islas Vírgenes Británicas a través del despacho Mossack-Fonseca.

Quien habla es su sobrina, administradora de esas sociedades, cuando se descubre que Paesa está vivo y comienza su persecución, Mossack-Fonseca decide renunciar a las compañías relacionadas con ellos. Pero él, una vez más se las apaña para salir adelante.

Para mantener la actividad de una de las empresas, vuelve a cambiar de identidad. El director ahora se llama Philippe Pascal Pérez, el nombre utilizado por Paesa en uno de los falsos pasaportes que utilizó durante la fuga de Luis Roldán.

Un año después de que el bufete panameño intentara deshacerse de la gestión de esas compañías, Paesa y su sobrina consiguen colarse de nuevo entre su clientela, lo hacen a través Martine Henrriete Buzon, según Interviú, la amante francesa de uno de los personajes más misteriosos de la historia reciente española.