Francisco Paesa es uno de los personajes más misteriosos de la España de los 80 y los 90. Era banquero, espía, traficante de armas, falsificador, estafador y diplomático.

Fingió su muerte en 1998, después de entregar a Luis Roldán y quedarse con su dinero, incluso publicó su propia esquela y encargó 30 misas gregorianas por su alma en un convento de Burgos.

Sólo dos semanas después de la fecha de una esquela, se registra en las Islas Vírgenes Británicas la empresa Regus Assets, donde figura un único director, Francisco P. Sánchez.

Durante el tiempo de su falso purgatorio el espía convierte las paradisiacas islas en uno de sus centros de negocios y en menos de un año y medio crea seis empresas más, todas ellas precedidas de dos letras, WM, todas ellas para operar en los sectores inmobiliarios y de las comunicaciones en Marruecos y todas con él como director.

La firma que estampa en los documentos de Mossack Fonseca es la misma que pone en una de sus compañías británicas, registrada también en su deceso temporal.

Beatriz García Paesa, su sobrina, abogada y persona de confianza, era la que le administraba las empresas y la que le escondió durante su fuga en Luxemburgo, donde le encontraron seis años después de su desaparición.

La sobrina del espía fue detenida en 2014 por el escándalo donde se desviaron 42 millones de euros en un contrato de una empresa semipública.