Puigdemont lleva desde este pasado lunes en una de las celdas de la prisión de Neumünster, al norte de Alemania. Comparte módulo con presos que cumplen su primera condena, la mayoría de ellos son jóvenes con penas por debajo de los cinco años.

La cárcel de Neumünster, con capacidad para albergar a 571 reclusos, fue construida en 1900 pero remodelada por completo en el año 2004 y, hasta que decidan sobre el futuro de Puigdemont, pasará los días entre sus muros. En concreto, en ocho metros cuadrados en los que cuenta con un armario, un escritorio, lavabo, retrete y televisión.

El expresident no dispone de acceso a Internet pero sí tiene la posibilidad de conectarse a Skype para hablar con sus familiares; aunque para ello sea precisa la constante vigilancia de un funcionario de la prisión germana.

Puigdemont tiene a su alcance la prensa alemana que le facilitan a diario y la biblioteca con la que cuenta la prisión. Y si su estancia en Neumünster se alarga, podría sumarse incluso a los cursos de carpinteria, herrería o panadería que ofrece esta institución penitenciaria. Sus trabajos en este tipo de talleres podrían acabar después en los comercios de la zona, puesto que es esta la dinámica que sigue habitualmente la prisión.

Así siguieron los pasos de Puigdemont hasta su detención en Alemania

Hasta 20 agentes del CNI y de la Policía Nacional seguían los pasos de Carles Puigdemont. Controlaban sus movimientos con unas balizas que habían conseguido colocar en su coche, unos pequeños dispositivos que emiten señales y permiten su localización.