No ha sido una victoria holgada sobre su inmediato seguidor, Pablo Casado, pero sí sobre la que muchos dirigentes en el PP consideran como su "enemiga íntima", la todavía número dos del partido, María Dolores de Cospedal. En estas vertiginosas semanas en el PP, tras el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez que desalojó a Rajoy de la Moncloa, no han faltado las voces que apuntaban que Sáenz de Santamaría y Cospedal se presentaban a estas primarias sólo porque se presentaba la otra.

Aunque lo cierto es que la campaña electoral ha sido de guante blanco en este sentido, habrá que ver qué pasa en los próximos quince días hasta el congreso extraordinario, en el que la última palabra la tienen los compromisarios. Desde su candidatura siempre se ha dicho que tuvo pensado presentarse desde el primer momento, al margen de quién más lo hiciera, convencida de que sólo ella es capaz de ganar a Sánchez en las urnas.

Casado, una sorpresa en las primarias dispuesto a llegar hasta el final

Esa ha sido precisamente la idea fuerza de su discurso en estos doce días, en los que se ha presentado como la mejor candidata posible a La Moncloa con el aval de su experiencia como número dos del Ejecutivo y coordinadora del Gobierno del PP. Ha desarrollado una campaña sencilla, sin grandes actos y con una presencia activa pero no abrumadora en redes sociales, y no ha entrado en polémicas con sus rivales, dentro de su estrategia de hacerlo todo "en positivo", sin meterse con nadie, porque los adversarios no están dentro del PP.

Por su parte, Pablo Casado ha dado la campanada y se ha convertido en el segundo candidato más votado por los militantes del PP para sustituir a Mariano Rajoy en la Presidencia del partido, muy por delante de Cospedal. Ni su cuestionado máster ni las presiones que ha recibido en los últimos tiempos, según ha denunciado reiteradamente, han hecho mella en su candidatura, que ha quedado a unos 1.600 votos de distancia de la ganadora, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría.

De hecho, Casado ha arrasado en Madrid y ha triunfado en otros territorios a priori hostiles, como la Comunidad Valenciana. Y es que hasta el último día de campaña insistió en que había "presiones" de otros aspirantes que le estaban perjudicando, incluidos los pronunciamientos públicos de algunos dirigentes provinciales y regionales, que se decantaron por alguna de las otras candidaturas. Casado ya ha avanzado que no es partidario de la integración después de esta primera vuelta y que prefiere que las dos candidaturas más votadas acudan al congreso extraordinario programado para dentro de quince días.

Bajo esa premisa, se da por hecho que los compromisarios tendrán que decantarse entre Sáenz de Santamaría o él, en un congreso que podría ser a cara de perro. Un congreso en el que Casado podría tener la baza de contar con el apoyo de otros dos de los aspirantes descartados en la criba de hoy, María Dolores de Cospedal y José Manuel García Margallo, en principio poco partidarios de un triunfo de Sáenz de Santamaría. Nacido en Palencia antes de que se aprobara la Constitución, en 1981, era el más joven de los candidatos que han optado a estas primarias, pero aún así no ha querido en esta campaña renunciar al pasado de su partido y, de hecho, ha sido el único, por ejemplo, que ha defendido en público a José María Aznar.

Cospedal no logra convencer a la militancia

Diez años dirigiendo el partido, conociendo militantes y apoyando a sus dirigentes, diez años "dando la cara" por un PP al que ha dedicado su vida política no han bastado para que los afiliados dieran su respaldo a María Dolores de Cospedal, que ha perdido la carrera por el liderazgo de los 'populares'. Trabajadora incansable, valiente y generosa. Así la describen los suyos, que recalcan que Cospedal ha sido en estos años la mayor defensora del PP, de su historia y de sus valores. Y también de Mariano Rajoy.

Partía con el aval de una década como número dos de Mariano Rajoy en el PP, un puesto desde el que ha tenido que hacer frente a algunos de los momentos más duros para el partido, no sólo por los reproches a las duras medidas que tomaba el Gobierno para atajar la crisis sino, sobre todo, por los casos de corrupción. Ese haber estado a las duras y a las maduras en la dirección ha sido el argumento que más ha recordado la también exministra de Defensa durante estos días de campaña electoral.

Su candidatura fue toda una reivindicación: era ella la que había dado la cara por el PP y la que lo había defendido en sus momentos más duros. La que mejor lo conoce y los conoce a todos. Los días de campaña han servido para conocer a una Cospedal menos fría, más cercana a los militantes a los que ha prometido que buscaría la unidad y la integración si ganaba y que contaría también con la que, estos años, ha sido su principal rival, Soraya Sáenz de Santamaría. Lo cierto es que Cospedal no tenía intención de presentarse a este proceso, su idea, según ella misma ha contado, era apoyar a Alberto Núñez Feijóo. Cuando el presidente gallego dejó 'plantado' al partido, la secretaria general se decidió.