Policías y guardias civiles perseguidos y apedreados. Es lo que muestran las nuevas imágenes del pasado 1-O, tras la intervención de las fuerzas de seguridad del Estado en un centro de votación. Una situación muy parecida a la que vivieron las patrullas en Sant Cebriá de Vallalta, municipio de Barcelona, o a unos agentes gallegos en Ponts, Lleida.

Son perseguidos por una turba de gente porque se acababan de llevar las urnas. Tanto ellos como la Policía se sienten abandonados y utilizados por las autoridades. "Se nos ha utilizado y ahora nos sentimos abandonados por los estamentos políticos", ha criticado Joaquín Rodríguez, portavoz de la Confederación Española de Policía, en Al Rojo Vivo.

Ahora las consecuencias las están sufriendo ellos sin apenas apoyo. Así se puede ver en una conversación entre dos guardias civiles. "Creo que el Gobierno se equivocó y no tenía que haber cargado el primer día", apunta uno. El otro responde: "No, el Gobierno se equivocó porque tenía que haber detenido a la cúpula". Su compañero se muestra de acuerdo, pero insiste: "Cargar 40 policías contra 600 manifestantes es una tontería porque no conseguimos nada".

Los 250 guardias civiles que huyeron de un hotel de Calella ahora están en unas instalaciones militares en condiciones que, según denuncian, son lamentables. Los agentes alojados en el barco no están mucho mejor. "Hasta el día 11 estamos aquí, comiendo macarrones a mediodía y por la noche, todos los días", lamentan.

A todos ellos dirigió un mensaje el director general de la Policía Nacional, Germán López Iglesias. "Reciban de verdad un fuerte abrazo, no solamente mío; también, del ministro y de todo el Ministerio del Interior". Sin embargo, para algunos, este reconocimiento llega tarde.