El expresident se sienta en el banquillo y asume toda la responsabilidad: "La iniciativa política fue mía como presidente que era en ese momento de la Generalitat de Catalunya". Dice que fue iniciativa de él y de su Gobierno, al que exculpa: "Las directrices venían de la presidencia de la Generalitat y por tanto de mí mismo, y todo el resto de miembros del Govern siguieron esas directrices".

Dice que sacó las urnas para medir lo que ya era un clamor popular: "No fue un capricho individual, no fue una salida de tono, no fue una votación de última hora, no fue una ocurrencia".

En un momento dado, analizó la situación y decidió: "Ante la imposibilidad de suspender determinadas cosas, ante la indefinición de comunicación del Tribunal Constitucional y ante la evidencia y magnitud de lo que estaba pasando en el país, mi deber era que en esa jornada se pudiera celebrar".

Además asegura que nunca quiso desobedecer: "No había ánimo, por supuesto, de cometer ningún delito en absoluto, pero tampoco había ánimo de desobedecer a nadie".

Para él, no estaba claro que fuera un delito: "Si tan evidente era que eso era un delito, ¿Cómo puede ser que el Tribunal Constitucional no hiciera nada para hacer cumplir su resolución?"

En ese momento el presidente del Tribunal le frena diciéndole que va como acusado y que no debe formularse preguntas. Las últimas palabras del expresident han sido para insistir en una idea: "Soy responsable de todo". También han declarado las exconselleres Rigau y Ortega y se ha denegado que Rajoy y Catalá acudan como testigos.