El 2 de junio pasará a la historia como el día en que el rey Juan Carlos anunció su abdicación en favor de su hijo Felipe, que tras el necesario proceso constituyente y posterior coronación pasará a ser Felipe VI. Don Juan Carlos abandona el trono español en un momento muy delicado de la Casa Real, con diversas crisis institucionales que han desgastado de manera irreparable la figura de, con Adolfo Suárez, el gran héroe de la Transición.

Los últimos años Don Juan Carlos I de Borbón al frente de la Jefatura de Estado han sido un auténtico vía crucis. De aquel monarca que actuara como hilo conductor del proceso democrático español, garantía de estabilidad ante gobernantes que nunca estuvieron a la altura, sólo queda una sensación de torpeza y decadencia.

Todo empezó con una reveladora operación de cadera. El rey "pasaba por el taller" tras un viajar secretamente a Botsuana para cazar elefantes. Casa Real no es ejemplo de transparencia, de hecho la ley fomenta que no lo sea, pero el accidente y la posterior operación convirtió el viaje del monarca en una noticia de interés público. Don Juan Carlos, avergonzado por el escándalo que se había montado, tuvo que pedir perdón: "Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir".

Corinna, la 'amiga especial' del rey
De este viaje tuvimos noticias, de tantos otros, no. Fue en otra cacería, concretamente en Mozambique donde el rey conoció Corinna. Ella trabajaba como organizadora de safaris de lujo. Fue el comienzo de su amistad y el primero de muchos viajes privados de este tipo en los que coincidieron.

Nacida Frankfurt hace 48 años, Corinna se casó, y divorció, dos veces; la segunda con un príncipe alemán de quien conserva el título nobiliario. La ‘amiga especial’ del rey habría asumido una tarea complicada: buscarle trabajo a Iñaki Urdangarin en la fundación Laureus.

El escándalo Urdangarin salpica a toda la familia real
El segundo escándalo era doble. Por un lado, el monarca mantenía presuntamente una relación paralela a su matrimonio con la princesa alemana. Por otra, don Juan Carlos ayudaba, con la mediación de Corinna, a la oveja negra de la familia. Ha sido Urdangarin la persona que más ha contribuido en este país al advenimiento de la III República.

A falta de una resolución judicial, el marido de la infanta Cristina habría utilizado la fundación Nóos y su influencia en la Administración para engordar su cuenta bancaria y la de su socio en esta empresa, Diego Torres. A ojos de la ciudadanía Urdangarin es un ladrón y el rey, para muchos, su cómplice. Casa Real intentó cortar de raíz con el problema, apartando al duque de Palma de su agenda, pero el daño ya estaba hecho.

La herencia del rey es amplia y generosa pero en los últimos años su figura solo arroja sombras. A esto ayuda que Felipe, parece, está sobradamente preparado para enderezar el rumbo de una institución en declive. Entre la abdicaciones y sucesiones la izquierda española lanza una pregunta, ¿y si es el momento de la III República?