Puigdemont escogió la ruta menos peligrosa para desplazarse desde Finlandia a Bélgica pero, en cuanto cruzó la frontera con Alemania, se dio el aviso para que fuera detenido. Horas antes, el pasado viernes por la mañana, había sido emitida la euroorden de detención sobre él: la noticia le pilla en Helsinki, Finlandia, justo cuando hablaba del poder de las nuevas tecnologías.

Ironías del destino, esa tecnología de la que hablaba en las jornadas a las que fue invitado en Helsinki era quien iba a meterle en prisión. En la propia capital finlandesa le avisan: tiene que volver a Bélgica cuanto antes o, de lo contrario, podrían detenerle en cualquier momento.

Así comienza su plan de vuelta al corazón de Europa. El expresident descarta el avión, puesto que cruzar una puerta de embarque habría significado su detención segura. También descarta la ruta alternativa más corta: viajando en ferry hasta Estonia y bajando en coche por Europa del este: eran demasiados kilómetros cruzando Alemania, el país más peligroso de pisar.

Bordear Alemania tampoco era una opción seguro. Eso le habría obligado a entrar en Francia, donde el riesgo de detención también era muy alto.

Con todo, finalmente escoge la ruta menos peligrosa: 29 horas pero con el tramo más corto posible por suelo alemán; tan solo 400 kilómetros. Así, Puigdemont circula en coche por Finlandia, cruza en ferry a Suecia y llega a Dinamarca en una Renault Espace con matrícula belga.

Cuando entra en Alemania, la policía germana ya le está esperando. Sólo 35 kilómetros después le detienen en una gasolinera.

Pero, ¿cómo dan con él las autoridades alemanas? La respuesta es sencilla: espiándole. Agentes españoles habían colocado una baliza de localización en su coche. Se trata de un aparato que puede adherirse como un imán al vehículo. La señal que emite va indicando la posición exacta del coche y los agentes sólo tienen que seguirle a una distancia prudencial.

Además, el expresident también tenía intervenida la señal de su móvil. Carles Puigdemont se defendía con varios hombres de contravigilancia pero alguno de ellos no debió hacer bien su trabajo porque, finalmente, fue geolocalizado gracias a la tecnología.