Puigdemont prevé superar sin problemas la primera cuestión de confianza de la democracia en el Parlament, porque la CUP ya ha anunciado su 'sí', pero el interés radica en los gestos que pueda haber entre ambos.

Como anticipó él mismo, en el debate del miércoles y el jueves propondrá un referéndum pactado con el Gobierno central, y está dispuesto a negociar la pregunta, la fecha, el quórum y la moratoria, cuestiones capitales para una operación política de esta magnitud.

Ante el previsible 'no' del Gobierno central a un referéndum así, la clave del debate es si el presidente abordará la posibilidad de convocar un referéndum de las mismas características pero unilateralmente desde la Generalitat.

La hoja de ruta soberanista actual no recoge este referéndum y plantea culminar el proceso con unas elecciones autonómicas a modo de unas constituyentes, que deberían celebrarse en otoño de 2017.

El punto a favor de unas constituyentes es que difícilmente serían impugnadas porque serían legalmente unas autonómicas; pero el punto en contra es que no servirían como un instrumento que avalara la comunidad internacional para ratificar la independencia.

El referéndum sería la mejor herramienta para los soberanistas pero, al contar con el rechazo del Estado, sacarlo adelante unilateralmente podría convertirlo en una consulta al estilo de la 9N de 2014: sin efectos vinculantes y sin que los partidarios del 'no' se sientan llamados a votar.

Fuentes de JxSí han explicado que el presidente prevé reunirse media hora antes del debate con los diputados del grupo (que incluye a PDC y ERC) para abordar las líneas básicas que tendría su discurso.