Después de dos semanas, la vida cotidiana de decenas de pueblos gallegos no se ha recuperado tras los incendios. María ya tiene agua en su casa, pero no potable. 6.000 metros de tuberías de su municipio, Ponte Caldelas, han quedado calcinadas, mientras que su alcalde visita a los vecinos preguntando qué necesitan.

Los municipios desembolsan dinero urgente del que carecen, esperan que la Xunta reparta pronto las ayudas anunciadas. En Cervantes, Lugo, 4.000 hectáreas arrasadas en plena Reserva de la Biosfera, estas donaciones evitan que los animales no coman.

La ola de solidaridad llega de todas partes. En una clínica veterinaria de Redondela atienden gratis animales afectados por el fuego. Se calcula que además de vacas y caballos, los fuegos han acabado con millones de lagartijas, lirones, erizos... Toda la vida del bosque, paralizada por años.