El letrado se dirigió a la prensa a las puertas de la casa alquilada en Waterloo (Bélgica), donde Puigdemont se ha reunido con los otros cuatro exconsellers a los que reclama la justicia española (Lluís Puig y Clara Ponsatí, de JxC, y Toni Comín y Meritxell Serret, de ERC).

"Es una reunión ordinaria. Ya hemos tenido reuniones similares", ha dicho Boye sobre ese encuentro dedicado a preparar las defensas jurídicas de los cinco políticos independentistas, en el que también estuvo presente el vicepresidente primero del Parlament, Josep Costa, que forma parte del equipo de la defensa de Puigdemont.

A preguntas de la prensa, Boye ha evitado valorar si un paso a un lado de Puigdemont en términos políticos facilitaría su estrategia en términos judiciales, y ha señalado que nunca da "recomendaciones políticas". "Solo hemos hablado de temas jurídicos. Yo solo soy el abogado", ha agregado el letrado, preguntado sobre una eventual investidura de Puigdemont.

En el interior de la casa de Waterloo también se encontraba el mosso que suele acompañar al expresident huido, Lluís Escola, así como el consejero personal de Puigdemont, el empresario gerundense Josep Maria Matamala.

La reunión en Bélgica se produce después de la polémica entre JxCat y ERC por la decisión que anunció el presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC), de pedir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo medidas cautelares para tratar de dar garantías para la investidura de Puigdemont como presidente de la Generalitat, vetada por el Tribunal Constitucional.

Un paso que JxCat, a través de su portavoz adjunto Eduard Pujol, tachó de "arbitraria y unilateral", al tiempo que advirtió de que podría chocar con la estrategia de defensa legal de Puigdemont, en la que precisamente participa Josep Costa junto con el abogado Jaume Alonso-Cuevillas.

El vicepresidente primero del Parlamento catalán, también hizo públicas su discrepancias con Torrent y le advirtió de que la demanda de medidas cautelares a Estrasburgo no tendría "garantías de éxito" y que no había que hacer "el ridículo".