Fueron tres las decisiones polémicas que intentó. Justo al estallar el caso, quiso impedir uno de los registros contra González. La Junta de Fiscales se le puso en frente y no le permitió pararlo. De nada le sirvió defender que el registro era, para él, irrelevante.

"Eso no hubiera afectado en nada a todo lo que se ha contado respecto al señor González", declaró Moix el pasado 27 de abril. No obstante, antes de eso ya quiso imponerse en otro asunto del caso. No quería prorrogar los pinchazos teléfonicos a los implicados en la trama.

También en este caso perdió su posición ante la mayoría de los fiscales. "Por el criterio de la mayoría, que me pareció razonable", justificó el ya exfiscal jefe de Anticorrupción. Y una más: falló al intentar apartar al fiscal del 'caso Lezo', Carlos Yáñez, aunque él lo negara.

Por si fuera poco, su nombre apareció en un pinchazo a Ignacio González. "El que quieren poner de fiscal Anticorrupción es un tío bueno, se llama Moix", se podía escuchar en la conversación que mantuvieron el expresidente de la Comunidad de Madrid y el exministro de Trabajo Eduardo Zaplana.

Pero sin duda, el asunto que se lo ha llevado por delante ha sido la empresa opaca radicada en Panamá de la que Moix es propietario en parte. "Considero ético que los hijos hereden de los padres", dijo Moix a laSexta cuando fue preguntado por esta sociedad. Esto es, un fiscal anticorrupción utilizando un paraíso fiscal usado por corruptos.