Estrenaba la Casa Blanca y ya tenía organizada una protesta multitudinaria de mujeres contra la misoginia de su nuevo presidente. El estilo Trump que veíamos en campaña y que culminaba con éxito hace este miércoles un año, se ha mantenido en su presidencia. Cuando acababa de ocurrir un atropello mortal contra una marcha antirracista, Trump culpaba a ambos bandos.

De sus grandes promesas, ninguna cumplida: está en proceso su cacareado muro y su obstrucción a la inmigración. No ha logrado reemplazar aún el Obamacare.

Trump, enganchado a Twitter, no ha tardado nada en estrenar los nuevos tuits de 280 caracteres. Es aficionado también a calificar todo lo que no le viene bien de "fake news". La Casa Blanca no es sólo hogar de Trump sino de casi todo el clan.

Trump es proteccionismo económico y carbón y con la anunciada unión de Siria al acuerdo de París, Estados Unidos es el único país del mundo que queda fuera.

En el mundo de Trump hay dos actores internacionales fundamentales: Rusia, cuya supuesta injerencia electoral aún está bajo investigación, y Corea del Norte. Con una retórica más agresiva, asegura estar haciendo progresos pero de momento, nadie los ve.