En la reunión entre Trump y Putin hubo miradas cómplices, sonrisa de oreja a oreja de Trump y felicitación de rigor por el recién terminado Mundial de Futbol. En este primer encuentro, ni media palabra sobre uno de los temas más espinosos a tratar, la presunta interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016.

Sí hubo mención para los conflictos de Siria, Ucrania o el desarme nuclear y luego se encerraron durante hora y media, a solas, acompañados únicamente por sus traductores.

No es la primera vez que se reúnen, ni que se ven a solas, ya lo hicieron el año pasado durante la cumbre del G20 en Hamburgo: pero sí es la primera cumbre formal entre los dos mandatarios.

Helsinki ha sido el escenario escogido, aunque el recibimiento de la ciudad no ha sido el más caluroso. Trump llegaba con modestas expectativas, pero dispuesto a acercar posturas con el que considera un competidor a seducir.

Él, por si acaso, empezaba apuntándose un tanto incluso antes de la reunión: "La OTAN no ha estado nunca más unida, ahora la gente ha aceptado pagar".

Otro cantar es para Trump la Unión Europea, que más que como competidor, la considera una enemiga. Para el ministro español de Asuntos Exteriores no es más que una exageración de Trump y la jefa de la diplomacia europea deja en el aire esta pregunta: "Le preguntaría a Trump a quién considera sus amigos". A la espera de una respuesta de Trump, los hechos hablan por sí solos.