Tras pasar días echando leña al fuego, Trump dice ahora que confía en la diplomacia para resolver la crisis con Pyonyang: "Con suerte, funcionará. Nadie ama más una solución pacífica que el presidente Trump"

Rodeado de su equipo de seguridad nacional, da una de cal y otra de arena: "También podemos tener una mala solución, pero pueden pasar muchas cosas buenas". Cuando los periodistas le preguntan que si "cuando dice mala solución está hablando de guerra".

No habla de guerra pero advierte: "Si le pasa algo a Guam, habrá un gran, gran problema en Corea del Norte". Lo mismo le ha dicho al gobernador de la isla con el que ya ha hablado por teléfono.

"Estáis seguros. Estamos con vosotros al 1000%", le aseguraba Donald Trump. "Nunca he estado tan seguro y contando como ahora que está usted al timón", le respondió Eddie Baza Calvo, gobernador de Guam.

Esta pequeña isla del Pacífico, que antes fue colonia española, está a 3.500 kilómetros de Corea, a tiro de sus misiles de medio alcance. Por lo que pudiera pasar, el Gobierno ya ha repartido instrucciones sobre cómo actuar en caso de ataque, aunque la mayoría confía en que Washington les guarde las espalda: "EEUU no permitirá que Corea del Norte lance misiles".

La isla tiene un estatus especial, está bajo soberanía de Estados Unidos y sus habitantes tienen la nacionalidad, pero no pagan impuesto a Washington, ni pueden participar en las elecciones americanas.

La misma situación que le hace vulnerable es la que convierte Guam en un enclave estratégico para Estados Unidos. Aquí tienen dos bases militares, una aérea y otra naval. Casi 6.000 soldados del Pentágono en una población de poco más de 160.000 habitantes.