El máximo tribunal taiwanés declaró inconstitucional la parte de la ley matrimonial que afirma que "personas del mismo sexo no pueden entrar en un matrimonio legal" y se exigió su enmienda en el plazo de dos años, según ha anunciado el secretario de la corte, Lu Tai-lang.

La declaración de los 14 jueces de la Corte Suprema responde a consultas sobre la constitucionalidad de la actual ley matrimonial presentadas por el veterano activista de los derechos de los homosexuales Chi Chia-wei y el gobierno municipal de Taipei.

"Se ha hecho realidad un sueño que llevo esperando más de 16 años", dijo Chi, tras conocer la decisión, en medio de la algarabía de numerosos grupos a favor del matrimonio homosexual que esperaban expectantes la sentencia.

En 1986, en un momento clave de la ley marcial de Taiwán, Chi hizo lo que para muchos era impensable en esa época, declarase públicamente como homosexual, lo que le costó 162 días de cárcel.

Hace 16 años, en un nuevo asalto a las convenciones sociales, Chi fue el primero en desafiar las leyes que impedían el matrimonio a personas del mismo sexo y pidió, sin éxito, el registro legal de su unión desde 1988 con su pareja.

En 2015, tras un nuevo intento fallido, elevó una consulta de interpretación al Supremo por considerar que la prohibición violaba los derechos de los artículos 7 y 22 de la Constitución, que establecen que todas las libertades y derechos del público que no perjudiquen el orden social o el bienestar público están garantizados.

Por el contrario, grupos religiosos y conservadores recibieron con protestas y consternación la decisión, que según ellos asesta un duro golpe a la tradición china de la isla, la familia tradicional y la moralidad social.

En el campo político, tanto la presidenta, Tsai Ing-wen, como la mayoría de los legisladores del gobernante Partido Demócrata Progresista se han manifestado a favor del matrimonio homosexual.

Ya a finales del 2016, cuando se introdujo un proyecto de enmienda de la ley matrimonial en el Parlamento, se registraron multitudinarias manifestaciones a favor y en contra, pues en la sociedad hay una fuerte división de opiniones.

Grupos religiosos y conservadores, como la Alianza de los Grupos Religiosos de Taiwán para la Protección de la Familia, han pedido que la cuestión se someta a referéndum y han advertido de los efectos nocivos de la legalización, que presenta un modelo sexual y familiar en conflicto con la tradición.