Escasas horas después del tiroteo que ha acabado con la vida de diez personas, entre ellas la del atacante, Múnich trata de volver a la normalidad. Por su parte, la canciller, Angela Merkel, asegura que se averiguará "qué hay detrás de este crimen en Múnich y no descansaremos hasta saber cómo se radicalizó el atacante del tren".

Las banderas ondean a media asta en un país consternado por tan tristes acontecimientos. Pero respiran tranquilos: el suceso de Múnich no ha sido un atentado terrorista. "Como estábamos viendo los atentados de Niza, pensábamos que podía serlo", dice el vicecanciller alemán Sigman Gabriel. "Gracias a Dios, no nos encontramos ante este caso", añade.

Cientos de ciudadanos presentan sus respetos en el lugar de los hechos y depositan velas y flores en memoria de los fallecidos. "Una vela es una luz para los muertos. Hay nueve personas muertas... diez contándole a él", dice Helga Macko, una residente de la zona. Y a él precisamente hay también una vela: "Le estoy conmemorando aunque su acción haya sido cruel y despreciable. Pero no quiero diferenciar. Solo quiero que un símbolo de perdón salga desde Múnich", explica Thomas Thirolf, otro residente del lugar.

Sólo el perdón pesa hoy más que la tristeza y el miedo, aunque no acalla una pregunta que pesa en el aire y acompaña a los homenajes a las víctimas: ¿por qué?.