Es profesor británico y musulmán. Viajaba con sus 39 alumnos y algún profesor más destino Nueva York. Hacen escala en Islandia y una vez subidos al avión para partir hacia Estados Unidos le dicen si era Jugel Miah, a lo que respondió afirmativamente. "Todos los demás en el avión me miraban. Me sentí incómodo".

Fue entonces cuando los agentes de seguridad estadounidenses deciden bajarlo del avión. Escoltado, comienza a grabarse a sí mismo intentando explicar lo que está pasando. Muestra quién le acompaña y sus maletas que no viajan en el avión, le toca esperar sentado entre las cajas. "Honestamente, me siento como un criminal. Me han dado algo de agua".

De ahí fue trasladado a un precario hotel para pasar la noche donde angustiado, ni comió ni durmió. "Mañana me llevarán a la embajada de EEUU, porque hoy está cerrada".

Coge el vuelo de vuelta a Gales sin entender, seis días después, lo ocurrido ya que la orden ejecutiva de Trump ya estaba suspendida por los jueces de manera indefinida, y además, esa orden no afectaba a ciudadanos británicos. "A día de hoy, no me han dado una explicación del por qué".

Un hecho que ha saltado a la primera línea de la política nacional porque el primer ministro de Gales le ha pedido a Boris Johnson, ministro de Exteriores británico, aclarar de inmediato las motivaciones de un acto que él considera una discriminación injustificada.