Portugal ha llegado a tener 523 fuegos activos, deja un resultado provisional de 36 personas muertas y 63 heridas, 16 de ellas graves, así como siete desaparecidos, según los últimos datos difundidos por la Autoridad Nacional de Protección Civil lusa. Cerca de 4.000 bomberos estuvieron sobre el terreno para tratar de sofocar las llamas, que causaron el desalojo de numerosas aldeas y el cierre de carreteras.

El descenso de temperaturas y las lluvias registradas durante la madrugada en parte del territorio han ayudado a los bomberos a controlar la oleada de incendios iniciada el domingo. Según datos de la Autoridad Nacional de Protección Civil, el Último fuego que se encontraba fuera de control, estaba registrado en el municipio de Moura, en el distrito de Beja.

En la tarea, colaboraban medios terrestres y aéreos, a la espera de dos aviones italianos que estaba previsto que se sumaran a las tareas. El Gobierno portugués ha declarado tres días de luto oficial, así como el estado de calamidad pública en todos los distritos al norte del río Tajo.

Esta nueva oleada de incendios se produce apenas cuatro meses después de la tragedia que afectó al término municipal de Pedrógão Grande, en el centro del país, donde el fuego provocó la muerte de 64 personas y más de 250 heridos.