El terrorista de Westminster ya tiene nombre: Khalid Masood, de 52 años. Nacido en Kent, al sudeste de Londres, y residente en Birmingham, en el corazón de Inglaterra. Sus vecinos describen a Massod como un padre devoto y reservado aficionado a la jardinería. No obstante, el terrorista ya era un viejo conocido de las Fuerzas de Seguridad, con un historial criminal que se remontaba más de treinta años. Estaba trufado de agresiones, violencia y posesión de armas.

El atacante incluso había estado en prisión. Sin embargo, no por delitos relacionados hasta ahora con el terrorismo. Lo confirmaba este mediodía la propia primera ministra en la propia Cámara de los Comunes: "El MI5 le investigó en su día por sospechas sobre su extremismo y violencia. Era una figura periférica y su caso se archivó".

No estaba ahora mismo en el radar de las fuerzas de seguridad. "No teníamos ningún indicio de que tuviera intenciones o planes de atacar", ha reiterado May. La policía cree que actuó sólo. Queda por saber si lo hizo siguiendo órdenes directas de los terroristas de Daesh, banda terrorista que ha hecho suyo el atentado.

"Todo apunta a que era un lobo solitario", ha destacado Ignacio Álvarez Ossorio, experto en yihadismo, en Al Rojo Vivo. Ahora buscan posibles conexiones o cómplices, y se han sucedido las redadas en el Reino Unido con al menos ocho detenidos. Uno de los domicilios registrados podría ser el del atacante en Birmingham.

"Vinieron como 25 o 30 agentes, algunos de la policía armada, y nos dijeron que no podíamos salir. Al cabo de unos 40 minutos se llevaron a tres personas en coches de incógnito", cuenta Saaed Araf, tendero de Birmingham. Para los expertos, la crudeza, lo rudimentario de este atentado, confirmaría la existencia de una pequeña célula-terrorista de Daesh en Reino Unido. Aunque se descarta enfáticamente una "amenaza inminente".