Una de las primeras medidas que ya se han tomado desde las ONG para ayudar a los refugiados ante el frío polar que afronta Europa es dar prioridad a los menores. Estos han comenzado a ser trasladados en un autobús a una población del extrarradio. Allí son alojados en barricadas militares adaptadas.

La razón: miles de migrantes en Belgrado, Serbia, tratan de sobrevivir abandonados a su suerte, cobijados en viejos edificios y con temperaturas bajo cero.

Su objetivo es llegar a Europa Central, pero, y a la espera de que reabra la ruta de los Balcanes, permanecen atrapados en un limbo ante la pasiva mirada de la comunidad internacional.

laSexta se ha desplazado hasta allí para vivir con ellos, en primera persona, la vergüenza de Europa. Entre todos los migrantes encontramos al tímido Baset, un niño de 11 años, hecho adulto a la fuerza. Lleva atrapado aquí seis meses, huyó de la destrucción de Afganistán: "La situación no era buena allí, no podía estudiar, mi escuela está destruida por los talibanes, decidí salvar mi vida".

Es la imagen de la dureza, de lo grave de la situación. Los refugiados no tienen qué comer y luchan por resguardarse de las gélidas temperaturas mientras calientan agua en bidones para poder asearse. A un joven le ayudan sus amigos mientras él solo es capaz de tiritar.

Sin embargo, y pese a las durísimas condiciones, muchos no quieren acudir a los campos de acogida. Explican que si lo hacen están obligados a hacerse demandantes de asilo, lo que supone que una vez lleguen realmente a su destino no pueden volver a pedirlo.

Sólo esperan poder seguir su camino porque su destino final nunca fue Serbia. "Quieren seguir adelante y quieren sentir que pueden tener una oportunidad", señala Gemma Gillie, de Médicos Sin Fronteras. Saben que su principal batalla es seguir caminando, pero ahora les toca hacer frente al frío y las duras condiciones.