Hace unos meses, el presidente de los Estados Unidos aprobaba una resolución que autorizaba la explotación de petróleo y gas en aguas de Alaska. "Para la creación de empleo y la exploración energética", afirmó Donald Trump.

Es lo mismo que quiere para el Ártico, poder explotar sus recursos, la zona contiene el 25% del petróleo que queda en el planeta. Por eso EE.UU, Canadá, Rusia y Dinamarca, países fronterizos, reclaman una porción del ártico.

"Se está especulando en un futuro sobre si podrían explotar yacimientos de petróleo o de gas en esa zona una vez que se produzca el deshielo", comenta Javier Morales, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Europea.

Además de por sus yacimientos de petróleo, la zona también es rica en reservas de gas, hierro, carbón, oro o plata. Los de Putin son los que más han incrementado su presencia militar allí. Con el deshielo también se prevé que las rutas comerciales se amplíen, rutas que podrían conectar Asia con puertos europeos y norteamericanos que reducirían costes y tiempo.

"Las mercantes aplauden que gracias al deshielo pueden recortar el envío de mercancías de productos de China, pero los riesgos son directos, riesgos de colisiones marinas, de vertidos, bombas de contaminación...", dice Pilar Marcos, portavoz de Greenpeace. La navegación por el ártico también calentaría sus aguas y aceleraría aún más, si cabe, el deshielo.