Jerika Bolen, es una adolescente de 14 años de Wisconsin que padece una enfermedad incurable. Con sólo ocho meses le diagnosticaron Atrofia Muscular Espinar de Tipo 2 (AME) una enfermedad que suele matar a las personas durante la adolescencia, no sin antes pasar por grandes dolores. Ahora, Jerika padece en primera persona esos dolores y se mantiene con vida gracias a que está conectada a un ventilador durante 12 horas diarias.

Eso sí, poco después de cumplir los 14 años, Jerika ha tomado la decisión más importante y valiente de su vida: desconectarse del ventilador y de la vida.La alternativa sería perder la habilidad para controlar los movimientos de las manos y la capacidad de habla mientras soporta cada vez más dolor en la musculatura. A finales del mes de agosto, Jerika desconectará el ventilador que la mantiene con vida, y pasará sus últimos días junto a su madre y sus dos perros.

La Atrofia de Tipo 2 es una enfermedad muy poco común. El dolor que siente la menor normalmente se sitúa en un 7 sobre 10, lo que además suele tener como consecuencias directas migrañas. En otras ocasiones, el dolor aumenta, porque los tornillos que porta por las diversas operaciones se le clavan en los nervios de los músculos. Y, es que, las personas que padecen este tipo de enfermedad tienen una condición incurable y padecen tanto dolor que no suelen vivir hasta la edad adolescente, pero Jerika es una luchadora.

"Simplemente continúo", afirma, "no quiero hacer daño ni a mi madre, ni a mi familia". Pero al llegar la trigésimo-octava operación, Jerika decidió que iba a ser la definitiva y confirmo en junio la decisión a su madre, que el proceso "se acabó".

A pesar de tener sus redes sociales repletas de fotos ilusionantes, de tener novia y de escuchar su música favorita, la joven ya no puede luchar más. Además afirma que se pasó la primera semana tras tomar la decisión llorando porque "no iba a poder tener hijos".Pero antes de ser desconectada, Jerika ha podido cumplir uno de sus grandes sueños. Ha sido elegida reina del baile. La celebración tuvo lugar en un campamento y la adolescente confiesa que "por primera vez quería sentirme como una princesa y no como una punk". Ahora, su deseo es que todas las personas del mundo puedan llegar a ser tan felices como ella lo fue en ese momento.