Yacen en el suelo de la mezquita los cuerpos sin vida tapados con mantas. En las paredes, las huellas que ha dejado el brutal ataque.

Con el día señalado, viernes sagrado de rezo, y la hora indicada, la de la oración, los terroristas han minado los exteriores de la mezquita con explosivos de fabricación casera y han hecho detonar las bombas cuando los fieles comenzaban a salir.

Tras las explosiones, los atacantes dispararon a las personas que intentaban escapar. Tras ello, cuentan medios locales, habrían huido en varios vehículos 4x4.

La cifra de muertos sobrepasa los 300 y hay más de un centenar de heridos, unas cifras que colocan el atentado como el peor ataque terrorista perpetrado en la historia reciente de Egipto.

Los equipos de Emergencia se apresuraron a trasladar a los supervivientes en decenas de ambulancias, las primera en llegar han sido atacadas a tiros; también han ayudado vecinos de la zona.

El presidente egipcio Al-Sisi ha declarado tres días de luto nacional y ha reunido al Comité de Seguridad del país. Tras ello se ha dirigido a la nación con un mensaje claro, de venganza: "vamos a responder a este acto con una fuerza brutal", ha dicho.

La mezquita está a 40 kilómetros al oeste de la ciudad de El Arish, epicentro de la franquicia egipcia de los terroristas de Dáesh en el Sinaí. La filial local de Dáesh ha multiplicado los atentados contra militares y policías en la zona, también contra civiles con el objetivo de sembrar el terror en la región, aunque de momento nadie ha reivindicado la autoría del atroz ataque.