Los afortunados son ellos. Un equipo de hombres a los que un reportero de la BBC ha acompañado en una jornada de trabajo. Lo primero es asegurarse bien, porque a casi 8.000 metros de altura sería un milagro salvarse de una caída. Más difícil es no mirar abajo.

En limpiar las más de 160 plantas del ‘Burj Khalifa’ tardan tres meses y cuando terminan  vuelven a empezar. Por eso su presencia descendiendo del edificio se ha convertido en una atracción más del megacomplejo hotelero rodeado de desierto.  Tanto, que incluso los turistas les buscan entre las plantas para hacerse fotos con ellos. Eso sí, pocos se atreven luego a echarles una mano por fuera del edificio. Y los que lo hacen, acaban con la cara que pueden ver en las imágenes.