Los británicos han
tenido que pisar charcos o directamente atravesarlos mojándose mucho para poder
llegar a los centros de votación. Ahí también les ha tocado mojarse: decidiendo
su futuro.
Las lluvias han dejado
inundaciones en el sur de Londres y el sureste de Reino Unido. Un centro de
votación ha tenido que cerrar por el agua. Se iba a votar con el voto en la cabeza
y con el paraguas en mano.
Así lo ha hecho Farage,
esperanzado en dejar la Unión Europea, lo que supondría un paso al frente sin
marcha atrás. Lo sabe bien Corbyn, también Cameron que acudía acompañado de su
mujer a depositar su voto.
Así lo han hecho
militares de ahora y veteranos militares, ataviados con su traje característico,
que se aferran a la experiencia para votar: permanecer en la Unión Europea.
Un referéndum con nombre
propio durante la campaña, el de la diputada asesinada Jo Cox. Fue tiroteada en
la puerta de la biblioteca donde se ejerce el voto democráticamente. Y ahí en
Birstall se ha hecho el silencio para recordarla. La lluvia no dará tregua, se
espera una noche tormentosa, literal y figurada. Igual mañana cuando se conozca
el resulta se encomiendan a una tercera opción: rezar.