Sin sus ideas, decenas de utopías seguirían huérfanas. Nunca un sílaba inspiró tanto como la del Che.

El médico que recorrió Sudamérica en motocicleta, el guerrillero que conquistó Sierra Maestra, el hombre que llegó desde Argentina para cambiar la historia de Cuba para siempre.

Junto a Fidel intentó hacer de la isla su propia utopía frente al imperialismo, pero la vida del burócrata no era para él. El comandante renunció. Se despidió de Cuba hasta la victoria, siempre.

Continuó su revolución en el Congo, en Tanzania. Llegó a Bolivia en 1967 para volver a derrocar a un gobierno pero esta vez no lo consiguió. El 9 de octubre se cumplen 50 años de la captura y muerte de Ernesto Che Guevara a manos de la CIA y la dictadura militar Boliviana, pero en la Habana todos han recordado su imagen.

Imposible pensar en el Che y no acordarse la foto que en 1960 le hizo el fotógrafo Alberto Corda. Dicen que la tomó a propósito desde abajo para hacerle parecer imponente, como un dios. Hoy es uno de los retratos más reproducidos en todo el mundo. Murió el guerrillero pero nació el mito y el icono pop. Medio siglo sin el Che pero su recuerdo sigue vivo, como si nunca se hubiese ido del todo.