Siria es un país devastado por la guerra desde hace seis años. 470.000 personas han muerto en este tiempo, el equivalente a la población de toda la provincia de León, y de esa se calcula que unos 16.000 muertos son niños.

Varias generaciones están creciendo sin infancia y jamás han conocido la vida en paz. Ahora están sin acceso a servicios básicos como sanidad, alimentos o educación, y es que "hace siete años, todos los niños sirios estaban en la escuela y ahora 3 millones no van".

El agua es un lujo en Siria, y dos de cada 3 habitantes carecen de acceso a una fuente segura de agua.

El gobierno, los rebeldes, los terroristas de Daesh o los kurdos forman los distintos bandos, cuyas batallas fuerzan a millones de personas a huir. 5 millones han escapado de Siria, pero en Europa los hemos recibido poniéndoles vallas.

A ellos hay que sumar los más de 6 millones de desplazados internos que están fuera de sus casas pero dentro del avispero sirio.

Esta dramática situación no tiene visos de acabar pronto porque la guerra sigue abierta y la catástrofe humanitaria continúa masacrando a gente inocente.