Sedar, está inquieta, pero muy feliz. Sale del hospital y le han hecho hasta una fiesta. Ella y sus cuatro hermanas acabaron en el hospital por culpa de una bomba. "Mis cinco hijas estaban en la azotea, limpiando ramas y sésamo y había una mina en el techo. Las niñas no la vieron, ¿cómo puede un niño saber que es una mina", señala Humaid.

Es el problema que denuncia Médicos Sin Fronteras. La Guerra en el noreste de Siria se ha calmado y las familias, confiadas vuelven, tras años de ausencia, y después de todo el sufrimiento esto es lo que les espera.

"Escuchamos que los explosivos estaban en refrigeradores, en la manilla de la puerta, debajo de la alfombra, en el Corán…¿Cuál es la culpa de esta generación, de estas niñas?", añade Humaid.

Sedar tiene amputadas las dos piernas, ese es ya su futuro con tan solo cuatro años. Su hermana mayor, Lamis, sólo la derecha. Allí a casi todo el mundo le falta alguna parte de su cuerpo.

Como a Khaled, que estaba junto a sus cuatro hermanos cuidando de las ovejas cuando algo estalló. El menor murió en el acto.

"Normalmente mueren en el acto, y los que llegan hasta aquí requieren de medidas de reanimación muy agresivas", destaca

Nishanth Arulappan, doctor Emergencias, MSF hospital.

Siete años de guerra, medio millón de muertos y en Siria todavía no se permite ser niño.