Un dron sobrevuela Alepo. Cráteres de bombas, incontables edificios destruidos, calzadas excavadas entre los escombros... Es la imagen de la destrucción más absoluta. El fruto de una guerra que dura ya cuatro años.

Esta ciudad, antes la capital económica siria y segunda ciudad del país, es considerada la más devastada por la guerra después de Homs. De ella, donde según el último censo vivían 2.100.000 personas, han huido entre 300.000 y 400.000 personas desde el comienzo de la guerra.

Alepo contaba con numerosos monumentos que habían sido declarados patrimonio de la humanidad y que ahora están completamente destruidos o, en el mejor de los casos, gravemente dañados. En su estadio se veía marcar goles a la selección siria y sus antes concurridos mercados han sido barridos por las bombas.

En los últimos ocho días, 1.700 bombardeos han hecho temblar la ciudad y han matado a al menos 23 de sus habitantes. Es fruto de los últimos bombardeos de los aviones del régimen de Al Asad, que tras la tregua unilateral de Rusia y EEUU, ha retomado los ataques.

Por su parte, el papa Francisco, se encomienda a la justicia divina y llama a aquellos "responsables de los bombardeos", que "algún día tendrán que enfrentarse al juicio de Dios". Hasta entonces, los cada vez menos civiles restantes en Alepo, siguen sufriendo las bombas sobre sus cabezas.