No vamos a ponerle adjetivos a una imagen que se describe por sí misma. Las heridas de Karim son el resultado de la crueldad de una guerra que no entiende de inocencia ni de edades.

Al pequeño Karim hace mes y medio un bombardeo del régimen de Al Assad sobre Guta Oriental, principal bastión de la oposición, le arrasó la parte izquierda de su cara perdiendo el ojo, con tan sólo 40 días de vida. Pero perdió algo más, también irrecuperable, a su madre.

Su tremenda historia se ha convertido en una campaña viral para volver a poner el foco en una guerra y en un asedio sobre la población que no cesa.

Hasta el embajador británico en la ONU visibilizó tapándose un ojo con la mano la historia del pequeño. A Karim ya le ha marcado la guerra de por vida.