La firma de Donald Trump basta para acabar con el deshielo entre EEUU y Cuba, que se viene fraguando durante los últimos dos años.

La reanudación de relaciones o la reapertura de embajadas y de vuelos directos entre ambos países son sólo ejemplos de todo eso quedaría en nada si Trump cumple sus promesas hechas en campaña.

"Todas las concesiones que ha hecho Barack Obama fueron a través de orden ejecutiva, lo que significa que el próximo presidente puede revertirlas, y yo lo haré", se expresaba en campaña el presidente electo.

Esas palabras las dijo en la recta final, cuando quería asegurarse el importante voto de los cubanoestadounidenses de Florida. Sin embargo, al inicio de la campaña, cuando aún pesaba más su lado empresario, respaldó incluso el levantamiento del embargo.

Al conocer la muerte de Castro, lanzó un durísimo comunicado en el que le llamaba "dictador brutal", y le decía que "su legado sería el de los pelotones de fusilamiento y la falta de derechos fundamentales".

Pero hace años, en su faceta empresarial, Trump dijo que si pudiera montaría en La Habana un casino, el 'Taj Mahal', y el primer hotel en cuanto pudiera. De hecho, Newsweek asegura que el magnate incluso violó el embargo con una inversión de 70.000 dólares en 1998.

Con una persona tan voluble e impredecible como Trump en la presidencia, nadie sabe cuál de todas sus posturas usará para trazar las relaciones entre EEUU y Cuba. Y a pesar del gran paso que supuso la visita de Obama a la isla, el primer presidente del país en hacerlo en 88 años, no parece probable que el nuevo presidente electo vaya a repetir.