Las cajas negras del avión del Chapecoense tendrán que confirmarlos, pero los datos que se van conociendo apuntan a una trágica concatenación de errores. El equipo fletó un Airbus 320, con autonomía suficiente para ir desde São Paulo a Medellín.

No obstante, la Aviación Civil brasileña desautorizó ese vuelo directo. El club tuvo que buscar un plan B. Acabó alquilando un 'Regional Jet', que apenas tenía autonomía para cubrir la distancia entre Santacruz y Medellín.

Al mando, el dueño de la empresa y el mismo que llevó a la selección argentina el pasado día 11 a Brasil. Tan justos iban que solicitó prioridad para aterrizar. Se estaba quedando sin combustible, pero no dio la alarma inmediatamente.

El capitán, además, tuvo que perder un tiempo que no tenía dando vueltas porque en Medellín se había dado prioridad a otro avión que tenía una fuga de combustible. "No declaró la emergencia hasta que se estaba cayendo, lo vimos al lado", ha señalado un tripulante de otro avión.

Había declarado el fallo eléctrico total. La azafata superviviente ha contado que las luces se fueron apagando poco a poco, durante casi un minuto de pesadilla.

El otro superviviente de la tripulación, el técnico de LaMia, asegura que se salvó porque siguió el protocolo, poniendo las maletas entre las piernas y adoptando posición fetal. Mientras, jugadores y acompañantes se levantaron, haciendo aspavientos y gritando.

Por su parte, los tres chapecoenses hospitalizados han pasado por complicadas cirugías. Al portero Jackson Follman le han amputado la pierna derecha, al defensa Alan Ruschel le han operado de la columna y Helio Neto está en la UVI con trauma craneotorácico severo.