Salah Mohamed es un afortunado, pues es uno de los 164 supervivientes del último gran naufragio en el mediterráneo frente a las costas egipcias. "La gente empezó a gritar, estaban asustados. Notamos que el barco empezaba a llenarse de agua y de repente, había volcado", relata.

Ya en casa, explica que trataba de salir de su país natal, Egipto, para llegar a Italia en busca de trabajo, en un viaje que terminó en pesadilla. "El barco volcó, algunos se hundieron , yo salté y aguanté ocho o nueve horas a flote", explica.

La embarcación tenía capacidad para apenas 100 personas, pero en ella viajaban entre 450 y 600. Hasta el momento, sólo se han recuperado 162 cuerpos y la cifra sigue aumentando.

"¿Por qué no podemos coger un barco y salir a buscar los cuerpos? Quiero saber si mi amigo está vivo o muerto", se pregunta Mohamed Abu el-Reis, amigo de un migrante desaparecido. "Un chico joven, de 23 años, quería ir a trabajar, no sabemos dónde está", afirma Abdel Bu Mustafa, padre de otro migrante desaparecido.

La Policía mantiene detenidos en los hospitales a quienes sospecha que fueron los intermediarios entre los traficantes de personas y los migrantes, ellos también iban a bordo. "Le dijimos al capitán del barco que ese bote no podía seguir adelante. El decidió que no iba a hacer el viaje con ese bote", relata Ahmed Mohamed Darwish, migrante detenido por la policía egipcia.

Según la Organización Internacional para las Migraciones, sólo en lo que llevamos de año, más de 3.500 personas han muerto tratando de cruzar el Mediterráneo.