Rocco Morabito, más conocido últimamente por su nombre falso, Francisco Capeletto, se escondía en una lujosa mansión del barrio de Beverly Hills, el más exclusivo de Punta del Este, en Uruguay. Tras 23 años fugado sin cometer un error, ahora, se le ha acabó la suerte.

"Se había hospedado en un hotel. Tenía consigo una pistola de 9 milímetros, una importante cantidad de dinero en dólares y pesos uruguayos...", ha señalado Julio Sena, director de lucha contra el crimen organizado de Uruguay.

Al conocido como rey de la cocaína de Milán le pudo y condenó su orgullo de padre, y es que inscribió a su hija en el colegio con su apellido auténtico. Esto le hizo caer en las redes de la Policía. En Italia le esperan hasta 30 años de cárcel por asociación mafiosa, tráfico de estupefacientes y otros delitos graves.

Morabito, uno de los cinco capos más buscados, prefirió huir a miles de kilómetros de Italia y vivir en un escondite de lujo. Algo que le diferencia de otros mafiosos italianos a los que hemos visto salir hasta de cuevas y auténticos agujeros.

Como el caso de Antonio Pelle, detenido el año pasado en un búnker tras un armario en su casa de toda la vida, entre el baño y el dormitorio de su hijo o, también, Bernardo Provenzano, oculto en una barraca en Corleone, desde la que dirigía su organización.